domingo, septiembre 24, 2006

Fiesta de disfraces

La otra cara del botón rojo que se escabulle por ahí
texto: Caterinna Migliorelli
Siempre se preguntó si su mirada alguna vez intimidó al tipo de la esquina, por qué razón intercambió oscuras risas en una infancia carente de juegos y entretención y por qué sólo pudo contemplar la felicidad en los sueños de su vecino Juan, de algún compañero de pichangas y su fiel sombra quejumbrosa, pero nunca imaginó que su identidad algún día saldría del anonimato.

Esa noche tuvo miedo y entre escombros y desechos que quedaban por ordenar, supo que el tiempo llegaría a cobrar la última cuota de vida, cuotas que se aplazaron un par de veces, cuotas que su desgastada y empolvada billetera, habían dejado de cancelar su instancia en la tierra. Tal vez, el olvidado plutón sería el cobarde y el responsable de que sus pies dejaran de palpar las piedras y el calor de una tierra árida e incrustada de dolor.

A veces, cuando las lágrimas quieren hablar y gritarle al mundo que el error no fue nacer entre odios y resentimientos, sino, el impedirte respirar en un lugar lleno de rencores y nulas oportunidades. Fueron esas instancias en que el dolor de una cachetada reprimió a las cuerdas vocales poder gritar un te quiero mamá, fue ver que no había nada para comer lo que le enseñó a disfrutar de la calle y buscar entre basureros teñidos de miseria, una oportunidad. Fue el no conocer la vergüenza y estar tapado de dolor y frustración, lo que le impedía sonreír y querer cruzar la calle hacia la verdad y el respeto. Fue la droga, la prostitución y el sexo descontrolado, lo que lo llevó a vagar por escombros, deslizarse por la basura y encontrarse en todos lados, en todas partes y respirar más de una vez a la vez, mirar en muchas direcciones la oscuridad de la muerte y sentir que el precio de la oportunidad, fue lo que le cortó las alas para ser alguien más, algo más que un descuartizado.

Tal vez sus dedos nunca debieron tener contacto con la vida y debió ser un gusano que se escabulle por la tierra esperando a comer de los restos de humano o morir en la suela de un impecable jardinero o barredor de basura. Y ahí estaría él, entre los escombros y la sequedad del recinto que se entrecruza por mierda perdida y vaporizada en el smog de santiago. Tal vez debería ser hoy un bicho que no haga nada más que producir miel y matar sus horas y momentos en un panal, que pase desapercibido sin miedo a caer y ser envenenado por el cólera del mundo. Tal vez eso le faltó ser a Hans Pozo para que se valorara la vida de otro indigente más… Feliz día de la independencia. ¿Independencia de qué?, Españoles, por fin nos liberamos de ustedes y una de sus consecuencias, puede ser que la falta de oportunidad a los más desvalidos, lleva a que los más pobres terminen cortados y desparramados por ahí… una vida así, no la quiere ni la merece nadie.

martes, septiembre 05, 2006

Ese detalle que marca la diferencia...

A tinta, negro y 0.2, por favor

Esa amargura que tenía por escogerlo, desapareció clandestinamente cuando un papel me entregó y la tinta se derramó por su pálida textura. Es que provoca miedo, espanto y risas el sólo echo de pensar qué piensa cuando forma letras y colores opacos. Si pasea en mis recuerdos desde una esquina de Bandera hasta el sueño de mis vecinos en el sité. Desde palitos de maqueta e historias que nunca logro terminar. Es él: mi cómplice, mi amigo y el peor de mis pecados.
texto: Caterinna Migliorelli


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