domingo, abril 19, 2009

Mi abuelo se murió

Hoy se suma un nuevo dígito en el registro que llevo en mi mente. Hoy, aunque a todos nosotros nos duela, son otros 365 días que te hablo mirando las estrellas, entrando a la casa temerosa porque sé que estás enojado por la hora en que llegamos, y porque sabes que es otro año más en que no estas aquí. Con tus hijos, con tu esposa que prefirió el luto y viudez de por vida y los cientos de nietos que heredaste y bendices a lo lejos.


Si tuviera que sentarme ahora a contarte de nosotros, gastaría mi tiempo, porque sé perfectamente que estás desesperado porque somos desordenados, gritones, irresponsables con el horario de las comidas, porque ninguno reza en latín y jamás vamos a misa.


Es triste la muerte de un abuelo. Es triste saber que tu papá ya no tiene la misma suerte que tú de compartir en carne y hueso con ese hombre que te aconseja diariamente, el que te dice que te quiere mucho y el que está a tu lado en cada momento cuando tienes un problema.


A mi se me fue mi abuelo y hoy me quedan muchas cosas que hacer por él. Su pipa me pena por las noches, el olor a su cigarro me ahoga cuando quiero ponerme a dormir, sus historias, sus palabras, su mirada y su amor. Hoy ya no está aquí, pero de seguro estará por siempre dando vueltas en mis sueños, en el living de mi casa, en el colegio de mis primos, cuando mi hermano esté volando por el mundo, en los estudios de mi hermana, en los negocios de mi papá, junto a mis tíos y cuidando a mi nonna que hoy se siente sola porque se departamento es demasiado grande para compartirlo con un recuerdo, con fotos en blanco y negro y con la satisfacción de que todavía lo ama en soledad.


Los abuelos son maravillosos y esta mención va para los que ya no los tienen aquí y se conforman con hablarles mirando las estrellas y culpándolos por la tortícolis que les provocan por mirar tanto rato hacia el cielo.


Texto: Caterinna Migliorelli




domingo, abril 12, 2009

SI, me caso


Es que los años pasan y no es que nos vayamos poniendo viejos, es solo que tu vida sufre metamorfosis que te acercan cada vez más a un altar, a una roca, a renunciar a la cama que te abrigó durante siglos para compartir tus sábanas, tu closet y tus sueños con otro, con quien te enamoró un día con flores naranjas, con conciertos en un Teatro Municipal y con la música de Los Tres.


La micro 315 que me traía a casa del colegio sola, porque casi nadie vivía en La Reina, o las salidas pre puber a bailar al Poncho Arriero o a la Globo, hace rato comenzaron a derramar un sabor rancio, a leche cortada y a fotos que se empiezan a velar por la cantidad de años que han pasado, porque lo quiera o no los álbumes de Backstreet Boys, el cassette de Andrés Calamaro, las cimarras, los banquitos del Apumanque y los romances clandestinos vía ICQ forman parte del ayer, de una infancia y de cientos de historias que vi nacer y hoy se empiezan a concretar.


Hoy hemos crecido y los huevos de chocolate me los siguen escondiendo por toda la casa. Estoy contando los días para cumplir 24, me queda solo este año para salir de la u, más sueños que nunca por cumplir y una vida por delante, casi tan parecida a la de mis musas inspiradoras en el día de hoy.


Si hace pocos años todos éramos iguales, éramos idiotas que iban a la playa y se quedaban hasta las tantas cantando en fogatas desconocidas, éramos niños que jugábamos a amar y a enamorarnos, éramos aquellos que hoy hemos cambiado la vida, que nos enamoramos de verdad, que sentimos con el corazón y que asumimos nuevas etapas para vivir.


Si, me caso.


Fueron las palabras que me confesó una gran amiga, que quiere tener hijos, una casa con chimenea y cuentas del supermercado para pagar. Hay otras que ya tienen una guata bastante ensanchada y no es precisamente por los chocolates o la comida chatarra que tiene inflada mi guata hoy. En la de ellas hay una vida que lentamente va juntando energías y se va alimentando de amor. Hay otras que pronto recibirán una roca que colgará por su dedo, otras que dieron el sí definitivo en países que todavía no logro conocer, hay amigas que hoy son apoderadas de curso y unas tantas que ahora están botando pañales a un basurero solas.


Hoy me caso, me dijeron con el rimel bien corrido y un par de lágrimas que se me pegaron a mi también. Qué maravilloso es casarse, pensé, pero más maravilloso es cuando todo está en orden, cuando el carro del supermercado tiene planes futuros con pañales y mamaderas, cuando no hay mejor panorama para el fin de semana, que terminar comiendo a la luz de las velas, sentados en un balcón con vista a una avenida, al Bellas Artes o a cualquier lugar, lo importante es que ese amor y esas miradas que clandestinamente se entrecruzan por la luz de las velas, quieran ir de la mano tranquilamente, con sus sueños tocando la tierra y con decisiones acertadas para levantarse todos los días sonriéndole al colado que gritó un día SI, ME CASO.


Por: Caterinna Migliorell!



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