lunes, enero 26, 2009

A lo poto ´e botella

A él le cargaban los detalles, los ejemplos sobreexagerados y las palabras que rebuscaba en mi velador para expresar perfectamente su forma de ser.

A él le gustaban los autos, amar a sus hijas y tener amigas clandestinas para invitarlas a tomar un trago a Vitacura o a su departamento, donde la antena del televisor no permite siquiera ver las teleseries rompe matrimonios de las tardes por la señal nacional.

Él era un hombre joven, que me vio llorar por las peleas que tenía cuando chica con su hija mayor, esa que era bien camote y se dejaba influenciar por jaboneras que vendían en tiendas como Todo a Mil. Fue quien compartió cientos de goles con mi papá gracias a la Selección Chilena, fue su amigo perfecto y el mejor aleado para formar el comité recreativo del curso de sus hijas, cuando el Jumper lo usaban más abajo de la rodilla; fue con quien íbamos a las calles anchas de la ciudad a demostrar el orgullo de ser chilenos y quien compartía abrazos de año nuevo y separaciones que a todos nos marcaron el corazón.

Hoy me siento a pensar y me alegra verlo de pie, sonriendo y conversando de las banalidades que se nos ocurren en una terraza marcada por colillas, fantasmas escondidos y conversaciones subidas de tono junto a los mismos niños que conoció siendo unos porotos verdes.

Admiro su fuerza, sus fotos xxx en el celular, sus consejos, su pasión por la lectura, y toda esa vitalidad que de seguro se consigue con unas buenas cazuelas y un caminar convincente por la vida. Me alegro porque al mirar sus ojos, me encandila el brillo que derrama por esos lentes que en un par de años serán a lo “poto é botella”, pero su mirada seguirá expresando la alegría y el orgullo de saber que cada mañana sus herederas despiertan chasconas, idiotas y entre legañas, pero siempre con la tranquilidad de saber que su papá y mamá están ahí. A un par de cuadras, de pasos o de kilómetros, lo importante es que pese a cualquier cosa siempre estarán ahí.


Por: Caterinna Migliorell!

miércoles, enero 21, 2009

Balas de papel

Ayer me puse a pensar en la importancia que tuvo en vida, en sus historias de guerra, en las balas que marcaban su piel, en sus rezos en italiano, en su humor bastante peculiar. Pensé por mucho rato en sus visitas inesperadas en mis sueños, cuando algo me quiere decir y el momento en que me avisó que periodismo era lo que me daría de comer el resto de la vida.

Hoy reconozco que se encuentra lejos pero que nos une solo esa estrella que brilla en mi ventana todos los días al atardecer. Basta con mirar al cielo y sentir que nos protege, incluso cuando nos tomamos la casa para hacer celebraciones en grande.

Ayer alguien me dijo que mi Nonno era sabio. Que conocía las herramientas perfectas para cuidar a su familia y pegar un grito en seco cuando algo no le parecía bien.

Yo recuerdo que mi infancia la pasaba en esta misma casa que hoy esconde su presencia, griteríos diarios, comidas caseras y gnoquis hechos por mi papá, tal como mi nonno los preparaba.

Hoy me dieron ganas de volver a sentir el olor de su pipa, de sentir que vive y que me acompaña a hacer los últimos trámites para formar parte de su país. Hoy no quiero comer chocolates, se los quiero regalar todos a él, quiero que me abrace por ser su nieta mayor, por ser la más gritona de la casa y que me castigue en italiano para simular que le entiendo su enojo, mientras disfruto su hermosa forma de chamullar el español.

Hoy mi Nonno de seguro se siente orgulloso de lo que dejó en vida, de cómo lo recordamos y de los cientos de besos acumulados que tenemos para él, porque él fue un luchador, un amigo, un perfecto extranjero que se escapó de su país, fue quien vio una bomba explotar a su lado y quien tuvo que permanecer callado en algún campo de concentración, sin agua, sin familia y con cientos de familiares que se fueron a otro mundo por la injusticia y la maldad.

En honor a ti, que de seguro sabes a lo que me refiero.

Giovanni Migliorelli Migliorelli
Otra víctima de la segunda guerra mundial


Por: Caterinna Migliorell!


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