Un periodismo que se forma en un columpio y grita desde las alturas de un balancín
domingo, junio 29, 2008
En huelga de hambre
Hoy iba a ser un domingo cualquiera, pero a eso de las 2 de la tarde supe que estaba equivocada y éste no sería como los comunes y corrientes. Los minutos pasaban, los gritos típicos de mi casa armonizaban las paredes, le daban vida al frío que se apoderaba de mis pies por estar a patita pelá y me hacían recordar lo locos que están los que viven en la casa.
A eso de las 3, un ruido estomacal me hacía velar por los derechos del niño, por exigirles a mis padres que se apuraran con el almuerzo y me dieran luego de comer y por lamentarme por no tener un Trencito escondido en el velador. Mi hermana no tenía voz porque según ella estaba resfriada, pero solo le bastó recordar que el viernes llegó a las 6 de la mañana como para reconocer que su resfrío se lo debía al “humo del cigarro”… “ja ja ja carrete se llama eso o efectos del terremoto de Grajales” le dije con dulzura.
La hora pasaba y yo me empezaba a desesperar. No había almorzado y ya eran las 4 de la tarde… ¿y dónde estaba la comida? Mi padre, nuevamente estaba en la cocina amasando y cortando pedacitos de lo que ahora me tiene de seguro con un par de kilos de más. 4:30 y escucho el adorable grito del Pato (mi padre)… a almorzar! Y los gnoquis estaban ahí. Calientitos, sacándome la lengua y obligándome a preparar los abdominales si quería tener un verano decente.
Después de almuerzo me preparé sicológicamente y violé una de mis reglas sagradas... si quiero salir a caminar tengo que ducharme... y así fue…luego de 5 minutos bajo el agua busqué mis zapatillas, un jeans, una chaqueta y me fui sola.
Y ahí estaba yo. Con las zapatillas que más odia mi viejo, con el pelo chascón, con mi música envasada y un par de pensamientos que ordenar. Mientras bajaba por Vicente Pérez Rosales, una idea loca me llevó a pensar si era bueno pasar a ver a Dios, pero preferí seguir caminando y pedirle a mi nonnito que me acompañara.
Universidad: tesina. La culpable de mis dolores de cabeza últimamente, la que me tiene un poco tensa por ver si el tema es interesante o no, la que me obliga a conversar con asesinos y ladrones de segunda, la de los retos semanales por parte de mi mamá porque es un tema peligroso y la que a pesar de todo, me obligó a imaginar en lo que están los chiquillos a esta hora en Tiempo Joven.
Juan, el asesino, violador y descuartizador ¿no tendrá miedo por lo que le puedan hacer sus compañeros de pieza en las noches?, ¿Lo dejará dormir la angustia por conocer su condena? Cuántas historias que hay ahí dentro, en un lugar que prometía cambios y educación… hoy es gris, frío, sucio y deplorable… si ayer entraron 10, de seguro mañana salen 15 con más ganas acumuladas por seguir robando.
Familia: ellos no tienen arreglo… gritarán de por vida, se amarán de por vida y seguirán siendo deliciosos por siempre.
Corazón: con ganas de seguir visitando “Paul va a la poste”, con ganas de cantar en una casa en el aire y seguir aprendiendo francés. Mi corazón está tan feliz por estos días, que es capaz de echarle la culpa a la música de Los Tres, a un cigarro en el desierto y de gritarle al mundo que no le falta nada porque ya lo encontró todo.
La noche se me caía en la cabeza, las estrellas se escuchaban retumbar entre las nubes y mi celular sonaba con música de terror. Era mi papá preguntándome dónde estaba y le respondí que llegando a la casa. Cuando ya faltaban un par de cuadras se me ocurrió saltar en un pie hasta José Zapiola, seguir cantando en voz alta y compartir mi felicidad con el que se cruzara con esta canción. Aquí un pedazo de las estupideces que me mantienen alegre, viva y enamorada de cada cosa que me rodea, total como dijo alguien por ahí, “no puede haber nadie en este mundo tan feliz…”
¿Por qué contar, contar y contar como una maquina de escribir antigua y llena de polvo, que nos impide ver más allá de las palabras y transportarnos por la línea del tiempo sin tabúes ni engaños?
Mejor recorto las palabras añejas que cansaron a los fieles lectores de los medios de comunicación y los ahogo de historias, de personajes y de sentimientos reales, que se palpan y se ven en la esquina de tu casa, en un paradero de micro y en la pena del que llora la pérdida del respeto y la tolerancia.
Qué pasó por la cabeza del asesino y cómo terminó con la vida de toda una familia a sangre fría? No se ustedes, pero yo... alusino con pisotear la formalidad y darle el sillón privilegiado a las buenas historias y los buenos cuentistas, que hablan de la baja de cesantía en la comuna de Pudahuel, en lo que soñó Spiniak antes de recibir los 5 años y 1 día de condena y en cómo terminó la vida del último ganador de Quién quiere ser millonario. Bienvenidos y si no les gusta, sólo estan a un clic de cambiar la historia... o de cegarse a la realidad que no todos cuentan...
Muerte al que mató los quincenales de Fibra y cortó el color de esas gruesas hojas que contaban, relataban y llenaban de ilusión el cambio de un oficio que necesita de nuevos y prósperos horizontes...
Y Constanza, la niña de los bailes y el idioma confuso, pensó:
A lo lejos se escuchaba una melodía con sabor a nostalgia que se mezclaba lentamente con alegría e incertidumbre. El reloj no paraba de hablar pero ellos se ahogaban con el humo del silencio plagado de risas ajenas que cantaban al compás de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés en un bar de mala muerte. Su mirada era misteriosa, sus pestañas cuchucheaban en la inmensidad de lo desconocido por saber que pasaría mañana, el lunes cuando se volvieran a ver y en lo que quedó grabado en un Teatro Municipal con bailarines ambiguos y música noventera que retumbaba en su memoria desde el primer día.
Su mirada era bendita, transparente y real y esta fue la que ella pudo comprobar con las palabras de dos mendigos que cantaban a viva voz en una plaza plagada de historias y recuerdos. Era su plaza, su árbol y el frío era solo de ellos.
Era un lugar bendito, con gente y sombras benditas, con garabatos y partes por exceso de alcohol en una calle bendita y con las ganas insaciables de robarse sus manos, sus ojos y su sonrisa para que mañana, cuando el reloj avisara que era hora de despertar, pudiera alimentarse de esos pequeños detalles, de esas palabras mudas y de los compañeros fugaces que marcaron una noche que comienza a ser mágica, armoniosa y verdadera.
Bendito el reloj que nos puso puntual ahí.
Constanza cerró su libro, guardó su lápiz a tinta y antes de entregarle el sueño a los mendigos que en este minuto deben estar soñando con recuperar las calles y los estacionamientos de Bellavista, recordó un beso que le dio porque sí en Una Casa En El Aire. Tal vez la música lo pedía entre acordes y bases, tal vez su conciencia la hizo tomar la decisión, o tal vez el ánimo de compañeros que nunca antes había visto, la incitaron a regalar un beso sincero y de verdad.
Es adicto al fútbol, a los ravioles y al play station. Es alto, crespito y tiene un genio horrible. Es inteligente, guapo y un galán en potencia. Sus huellas están por todas las paredes de la casa y sus pies me penan en las noches cuando juega fútbol en su pieza. Él es un conchito, es el conchito adorado de la casa, es consentido y tiene computador personal. Él es el responsable de que vendieran mi súper Nintendo para que pudiera tener, hace un par de años, el play 1.
Él es el responsable de que me enamorara de sus pataletas y me metiera sin permiso en sus sueños cuando era del porte de un maní. Yo como la hermana mayor subía al segundo piso a hacer lo que la nana me había ordenado…”anda a la pieza de tu hermano y despiérnalo con cariño….SI NANA", decía yo, mientras ella no se daba cuenta agarraba dos tapas de ollas y las hacia sonar en sus pequeñas orejitas para que despertara y fuéramos a jugar.
Él es mi hermano menor, el que nunca me ha pegado un combo pero quien tiene más ganas acumuladas de hacerlo, por que odia que le hable en diminutivo y me meta cuando está opinando en la mesa mientras almorzamos en familia.
Él es quien invade mi pieza todo el día para jugar computador, es el que se hace amigo de mis pololos y el que menos sufre cuando se van para siempre.
Es mi preocupación, es quien deja más cachureos en mi pieza y el responsable de que en la mañana despierte malhumorada porque a mi alrededor hay platos y vasos con bebida. Es quien ocupa sin permiso mi pase escolar, él es quien grita a las 2 de la mañana mientras juega en su pieza winning, es quien gasta más plata arrendando canchas de fútbol y en cientos de ligas, él es mi hermano, es mi sangre, es quien tiene mi mirada y el porte que alguna vez soñé.
Pero sobre todo, él es el que me ha enseñado que los sueños jamás se tienen que desvanecer, él es fuerza, coraje y garra, él es quien llegará lejos, quien cumplirá todos sus sueños, el que me dará sobrinos maravillosos para mal enseñarlos y cuidarlos como a los míos.
Para ti pequeño terremoto que me seguirá dando alegrías, dolores de cabeza y preocupación, TÚ serás sin duda, quien me llevará a volar gratis por todo el mundo en un par de años más, porque estoy segura que serás el mejor piloto que alguna vez haya existido.
Porque nadie puede siquiera intentar atreverse a decir que somos típicas. Porque hasta canciones con nuestra identidad ahogan las radios y los programas de música haciendo algún tipo de alusión al género de las falditas y los escotes.
Porque a pesar de todo, ninguno puede vivir sin pensar en una mujer. Gorda, flaca, alta, baja, educada o desinhibida, buena para cantar, risueña, amante del fútbol, del play station o adicta al computador.
En la calle hay de todo tipo. Estudiosas, desordenadas, cochinas, buenas para comer, anoréxicas, maniáticas, livianas de cabeza, picaronas, depresivas… en fin, para que nadie reclame hay de todo y para todos.
En honor a nosotras, el género más excitante, al de la chispa en el momento preciso, al género que sin lugar a dudas sabe cuándo y dónde manejar una situación, al que está en todo tipo de sueños masculinos y las responsables de que ellos no puedan vivir sin nosotras.
Soy Caterinna Migliorelli, Periodista de la Universidad Diego Portales.
Soy una fiel enamorada de mis lápices y de las cientos de ideas que andan molestando mis sueños, robando mis horas de lectura y las que me mantienen observando todo el día mí alrededor.
Si fuera por hablar un poco de mí, podría estar horas contando lo que me gusta y lo que no, es por eso que sin tanta palabra bonita, los invito a leer y criticar lo que algún día mis dedos gritaron por este teclado negro que muchas veces ha llegado a ser un muy buen amigo.
atintaypapel es como el diario de vida de cualquier quinceañera, es la eterna página que guarda historias, llantos, humor, pelas de cable y sentimientos que huelo en la calle, los que respiro en el trolebús de Valparaíso y lo que me mantiene viva, rompiendo hojas, escribiendo en boletas de supermercado y sacando punta a las ideas de mi lápiz a tinta negro, el que está medio sucio por la cantidad de ruido innecesario que ensordece la ciudad.
