A lo poto ´e botella
A él le gustaban los autos, amar a sus hijas y tener amigas clandestinas para invitarlas a tomar un trago a Vitacura o a su departamento, don
Él era un hombre joven, que me vio llorar por las peleas que tenía cuando chica con su hija mayor, esa que era bien camote y se dejaba influenciar por jaboneras que vendían en tiendas como Todo a Mil. Fue quien compartió cientos de goles con mi papá gracias a la Selección Chilena, fue su amigo perfecto y el mejor aleado para formar el comité recreativo del curso de sus hijas, cuando el Jumper lo usaban más abajo de la rodilla; fue con quien íbamos a las calles anchas de la ciudad a demostrar el orgullo de ser chilenos y quien compartía abrazos de año nuevo y separaciones que a todos nos marcaron el corazón.
Hoy me siento a pensar y me alegra verlo de pie, sonriendo y conversando de las banalidades que se nos ocurren en una terraza marcada por colillas, fantasmas escondidos y conversaciones subidas de tono junto a los mismos niños que conoció siendo unos porotos verdes.
Admiro su fuerza, sus fotos xxx en el celular, sus consejos, su pasión por la lectura, y toda esa vitalidad que de seguro se consigue con unas buenas cazuelas y un caminar convincente por la vida. Me alegro porque al mirar sus ojos, me encandila el brillo que derrama por esos lentes que en un par de años serán a lo “poto é botella”, pero su mirada seguirá expresando la alegría y el orgullo de saber que cada mañana sus herederas despiertan chasconas, idiotas y entre legañas, pero siempre con la tranquilidad de saber que su papá y mamá están ahí. A un par de cuadras, de pasos o de kilómetros, lo importante es que pese a cualquier cosa siempre estarán ahí.
Por: Caterinna Migliorell!