Mi infancia en Katilandia
Papo! Arréglame el cintillo por favor- y casi como una princesita salía y me subía al jeep blanco que hasta el día de hoy mi papá recuerda con nostalgia.
Las cosas eran simples. Desde chica me enseñaron a leer las calles cuando iba en auto para que así aprendiera a ubicarme en Santiago. Recuerdo como si fuera ayer el camino. Por Vespucio seguíamos hasta Apoquindo, y después derecho hasta el final. Cuando reconocía mi colegio, el corazón se empezaba a acelerar porque ya faltaba poco.
Ya cruzando Tomás Moro, la ansiedad se apoderaba de mis uñas, mi felicidad colapsaba y uno que otro grito interno me aseguraba que esas largas cúspides de un supuesto castillo, eran el lugar donde estacionaríamos para correr a los juegos.
Como sacar de la memoria esas idas de cada fin de semana al katilandia, donde llegaba con una sonrisa que hasta a mi mamá se la contagiaba porque sinceramente, ese mundo era lo máximo.
Como de costumbre lo primero que hacía era esquivar a los niños más chicos para subirme al tren, y sobre todo a una niña que siempre se sentaba en el primer asiento, cosa que odiaba porque ese era MI lugar.
Recuerdo que era un tren chico, con unos elásticos gruesos y en la punta tenían un cable rojo que te aseguraba no caer al suelo. Mientras iba creciendo, más me apretaba ese falso elástico, que según las malas lenguas, su falsa seguridad terminó con un niño en el suelo que más tarde murió.
Quizás cuantas fueron las veces que le sonreí a un flash análogo, cuantas lloré porque me obligaron a subir a las tacitas que me dejaban demasiado mareada, cuantas habrán sido las veces que me caí por querer llegar a las camas elásticas antes que cualquiera, cuántas veces me habré perdido en la piscina de pelotas de colores y quizás cuantas fueron las veces que hice pataletas porque siempre me ganaba la típica alcancía de chancho verde en la pesca milagrosa.
Otra historia que se mantiene viva en mi memoria, en la infancia que me tocó y en una bitácora recargada de hermosos recuerdos de niña.
Fotos gentileza flickr
http://www.flickr.com/search/?q=katilandia&m=text
Texto: Caterinna Migliorelli